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¿Has notado como la parte más descuidada de un edificio suele ser su fachada? Esto es un mal común en prácticamente todas las edificaciones, y es la razón por la que existen de cada cierto tiempo se llevan a cabo labores de mantenimiento y pintura.
Para contrarrestar los efectos que sufren las fachadas por las condiciones climáticas, contaminación y otros factores, además de conservar la buena estética exterior de un edificio, vamos a exponer las tareas más importantes que realizamos.
Cada frente de un edificio tiene sus particularidades. Algunos contienen muchas ventanas, otros poseen balcones y terrazas, entre otros.
Aclarado esto, identificamos todas estas áreas que requieran un mantenimiento y pintura distinto a las paredes y otras partes comunes.
También hay que encontrar aquellas zonas más desgastadas que necesiten un mantenimiento más específico, como fisuras, goteras, desprendimientos, fallas térmicas y más.
Limpiar es la acción básica de todo mantenimiento. En el caso de las fachadas, lo más seguro es que haya polvo, humedad, musgos y manchas producto del viento, lluvias y contaminación del aire respectivamente.
Ante este escenario, empleamos los utensilios y productos indicados para garantizar una buena limpieza.
Destacamos tres técnicas a aplicar en esta etapa:
Además de ser económico y fácil de emplear con mangueras para el personal de mantenimiento, es eficaz para lavar la suciedad adherente al exterior del inmueble.
Contar con una máquina a presión se traduce en un lavado más intenso capaz de dejar zonas impecables. Eso sí, con un mayor gasto de agua.
Una limpieza usando productos químicos (como fungicidas, por ejemplo), son ideales para el control de musgos y otros agentes ensuciadores propagados en toda la fachada.
Algunos materiales exigen el uso de un pulidor para obtener mejores resultados. Algunos de ellos son el mármol, aluminio y hierro.
¿Existen hendiduras como grietas y huecos? Basta con emplear masillas para su relleno.
Si en los elementos externos que detectamos anteriormente necesitan algún reemplazo o arreglo, como los vidrios de las ventajas o las rejas de los balcones, por ejemplo, nos aseguramos de disponer de los recursos necesarios.
Abordando el revestimiento, hay distintas opciones que pueden aprovecharse para renovar el aislamiento térmico, y sin importar cuál elijamos, seguimos una secuencia ordenada en su colocación y valoramos utilizar aditivos en los morteros y pastas.
Al igual que con el punto anterior, dividiremos este punto en tres factores que tenemos en cuenta para garantizar la correcta elección de la pintura.
Si hablamos de acabados en fachadas de edificios, los más frecuentes son los texturizados, de ladrillo y mixtos.
Empezando por el primero, es muy probable que necesitemos una mayor cantidad de pintura.
En cuanto al segundo, en los ladrillos, en lugar de pintura, aplicamos productos restauradores que mantienen su estética original, además de impermeabilizarlos.
Y, por último, si la fachada se compone de un acabado híbrido entre ambos estilos, solo es cuestión de adquirir cada producto y aplicarlo por separado.
En caso de que la pintura presente problemas para adherirse, recurrimos a la imprimación, que es el proceso de recubrir la superficie de la fachada para prepararla antes de su pintado.
Si la edificación se encuentra ubicada en una zona con un clima donde el periodo de lluvias es intenso, lo mejor es apostar por una pintura que ofrezca una mayor resistencia al agua.
En el escenario opuesto, seleccionamos una especialmente resistente a rayos UV.
En Arquigra contamos con un amplio recorrido en gestión y supervisión de proyectos de remodelación de fachadas de distintos espacios, el cual evidenciamos plasmando nuestros conocimientos a lo largo de este artículo, el cual esperamos que te haya ayudado a comprender mejor las tareas de pintura y mantenimiento de edificios.